Trascender

Trascender

BLOG

¿Cómo calmar la ansiedad?

En el área de gestión emocional, existe una emoción primaria que todos conocemos: el Miedo o Temor. Sentimos miedo con el objetivo de permanecer vivos. La emoción del miedo sirve en todos los animales para protegerse de las amenazas, ya sea atacando, huyendo o paralizándose, y así mantener la vida. Por supuesto nosotros, los seres humanos, como animales que también somos, de manera automática hacemos lo mismo. En las épocas actuales las amenazas no son quizás que un animal nos ataque o una lluvia destruya nuestra casa…. Sin embargo, tenemos otro tipo de situaciones que nos amenazan y que disparan la misma emoción.

Una amenaza importante en nuestros días:

Universalmente lo desconocido atemoriza, y en nuestra época el cambio acelerado y las situaciones de incertidumbre son habituales. Cuando no sabemos o no podemos predecir fácilmente nuestro futuro y el de nuestros trabajos o seres queridos eso naturalmente nos resulta amenazante. Es natural que, desde el sistema límbico, en nuestro cerebro, en especial desde la “amígdala cerebral”, se genere una señal de alerta. Una señal que podría traducirse con el siguiente diálogo interno: “¿Las cosas van a estar bien en tu futuro o algo corre peligro?”. Como quiera que sea para cada uno en su cerebro esta pregunta, si no se tiene respuesta y aparecen muchos factores preocupantes o señales de incertidumbre, va a generar (en mayor o menor grado dependiendo de la personalidad de cada cual) un estado de ánimo que se conoce como ANSIEDAD.

¿Qué es la ansiedad?

Sin entrar en enfermedades de salud mental, y tomándola como un estado de ánimo, la ansiedad podría definirse simplemente como: “miedo al futuro”. Miedo a un futuro incierto y con variables desconocidas o factores amenazantes que nos preocupan. Es como querer “que las cosas ocurran ya, ¡ahora!”, para no esperar un futuro que no se sabe de qué manera ocurrirá. Las personas que se denominan ansiosas muchas veces se caracterizan por estar impaciente o apuradas, como “corriendo” para que las situaciones se resuelvan rápidamente. Incluso pueden tener algunas dificultades para “permanecer en el ahora” o disfrutar el momento presente o relajarse o descansar, en función del estado interno de alerta que produce la ansiedad. La ansiedad es un estado de ánimo entonces que nos dificulta el descanso, el disfrute, el relax, y que asimismo puede afectar nuestra creatividad e influir negativamente en nuestras decisiones y relaciones.

¿Cómo calmar la ansiedad?

Como todo estado de ánimo, la ansiedad es “una forma de estar” que muchas veces percibimos sin que la expliquemos. Simplemente decimos: “estoy ansioso/a” y listo. Justamente lo primero que requerimos para gestionar ese estado es reconocer la emoción que nos indica.  El primer paso para calmar la ansiedad es preguntarnos: ¿Qué me está poniendo ansioso/a?  ¿Qué me preocupa? ¿Qué puedo estar temiendo que ocurra? Significa reconocer que “debajo” de esa ansiedad hay preguntas sin respuestas, o incertidumbres que generan Miedo. Por ejemplo: “Estoy ansiosa porque me preocupa que le pase algo a mi hija cuando sale de noche”. O “Siento ansiedad porque me da miedo lo que pueda pasar en el futuro en mi trabajo”.

El elemento clave entonces para gestionar la ansiedad es “reconocer la emoción de miedo que estoy transitando”. Una vez que puedo reconocer y aceptar que siento miedo o temor, entonces puedo gestionar ese miedo o temor. Si niego sentir miedo o simplemente me digo a mí mismo/a: “no te preocupes, no va a pasar nada.” muchas veces la ansiedad aumenta. El secreto para calmar la ansiedad es justamente reconocer el miedo que percibo y gestionarlo.

¿Cómo gestiono con inteligencia emocional el miedo?

Básicamente la gestión del miedo la podemos realizar con tres pasos:

Paso 1 – Clarificar el pronóstico del futuro:

Significa revisar qué estoy pronosticando que va a pasar en ese futuro y qué me preocupa. El pronóstico debe realizarse de la manera más concreta posible. Puedo preguntarme: ¿Qué estoy pronosticando que va a pasar, ¿cuándo y cómo? En el primer ejemplo que dimos sería como decir: “Estoy pronosticando que a mi hija le pase algo malo en su salida de la noche y no pueda ayudarla”.   O en el segundo ejemplo la persona podría responder: “Estoy pronosticando que las ventas de mi sector disminuyan en un 50 % el próximo semestre”.Cuando podemos escribir el pronóstico que está en nuestra mente, entonces comenzamos a poder revisar algo en esa dirección.  

Paso 2 – Evaluar nuestro pronóstico:

Aquí revisamos si lo que estamos pensando que va a ocurrir es realista o quizás es un pronóstico excesivo o con poco fundamento. Podemos preguntarnos para eso: ¿Del 0 al 100 %, qué probabilidad existirá de que ocurra mi pronóstico? La parte de nosotros que realiza esta evaluación muchas veces es nuestra intuición, porque justamente, como el futuro es incierto, no puedo saber con certeza las probabilidades de que ocurra mi posible pronóstico. Sin embargo, cuando de esta manera invitamos que ingrese la intuición en este proceso, es como si una “sabiduría interna” nos estuviera mostrando que parece “más real” y que no. La probabilidad nunca es del 0 % ni del 100 % y por lo tanto siempre hablamos de un porcentaje relativo. Este paso de evaluación le entrega a nuestra mente la mirada de que “todo es relativo y probable” y nos invita a la acción.

Paso 3 – Diseñar un Plan:

En esta etapa hemos formulado algo mucho más concreto que la sensación de alerta inicial. Se ha dicho, por ejemplo: “Estoy pronosticando que a mi hija le pasa algo negativo en su salida de esta noche sin que yo pueda ayudarla y eso puede ocurrir, intuyo con un 20 % de probabilidad”. O “Mi pronóstico es que con un 90 % de probabilidad el semestre próximo las ventas disminuirán a la mitad”. Ya sea que la probabilidad sea más baja o más alta, en este tercer paso la idea es ponernos en acción. Para eso nos enfocamos en diseñar cómo prevenir que eso suceda o cómo prepararnos para el momento en que eso vaya a suceder. Es como preguntarnos: ¿Qué es lo máximo que puedo hace , en lo que depende de mí, para prevenir que ese pronóstico ocurra? Y a la vez: Si de todas maneras mi pronóstico llegara a ocurrir, ¿qué debo hacer para prepararme?

Quizás aparecen respuestas de este tipo: “Para prevenir que a mi hija le pase algo y yo no me entere, aunque la probabilidad de que ocurra es baja, lo máximo que puedo hacer es recordarle que lleve su celular cargado y tener la mejor relación posible con ella, para que naturalmente tenga la confianza de comentarme adónde va a salir”. O quizás la persona del segundo ejemplo puede responder: “Como muy probablemente las ventas del sector van a disminuir, lo que debo hacer para prepararnos es ir averiguando la posibilidad de pedir un préstamo y generar junto a mis colaboradores la mejor estrategia para sobrellevar esa etapa y seguir adelante.”

¿Qué pasa cuando gestionamos el miedo?

Lo que suele ocurrir cuando nos tomamos el tiempo para evaluar la amenaza y prepararnos es que el estado de ánimo ansioso disminuye. Puede no desaparecer, pero enfoca nuestra energía en una línea de acción y nos permite percibirnos más ordenados y empoderados, habiendo clarificado qué es lo que depende de nosotros en relación a la situación. Aprendemos a movernos en un mundo incierto, usando nuestra intuición y evaluando la información que nuestro sistema de alarmas emocional naturalmente nos entrega. Esta es una práctica sumamente útil a la hora de calmar un estado de ansiedad.

Como coaches acompañamos muchas veces a nuestros clientes en este tipo de procesos y nuestro curso de formación: “Coaching de Alta Performance” pone especial énfasis en el futuro coach en comprender la gestión emocional como una herramienta básica para transitar el camino hacia nuestros objetivos.

Esperando haya sido de utilidad para tu día a día esta información y herramienta, te saludo cordialmente:

 Coach María de los Ángeles Pardo.

 

Compartilo

Entradas relacionadas