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Alfabetización emocional
¿Qué es?
La alfabetización emocional es el proceso de aprender a leer las emociones para saber el mensaje que nos traen, y a qué nos invitan. Cuando nos alfabetizamos emocionalmente podemos gestionar más fácilmente lo que sentimos y de esa forma alcanzar más rápidamente nuestro bienestar.
Significa comprender para qué están las emociones y desde allí hacerlas nuestras aliadas, en lugar de que “nos jueguen en contra” por no saberlas gestionar.
Sin alfabetización emocional, las personas muchas veces luchamos con lo que sentimos, lo negamos o reprimimos o nos anestesiamos o dejamos que lo que nuestras emociones se vuelquen hacia el exterior sin ninguna regulación.
Muchas veces percibimos que las emociones son un problema porque no las entendemos y no sabemos cómo orientar la energía tan poderosa que traen, no sabemos cómo usarlas a nuestro favor.
¿Para qué están las emociones?
En primer lugar: para sobrevivir, ¿Qué hubiera pasado si el ser humano nunca hubiera sentido miedo? Seguramente la raza humana ya no existiría porque nunca nos hubiéramos preocupado por protegernos.
En segundo lugar, más allá de la supervivencia, las emociones son muy útiles para dos cosas:
1 – para conocernos a nosotros/as mismo/as y
2 – para tomar decisiones en conjunto con nuestra mente racional.
¿Cómo nos conocemos a partir de lo que sentimos?
“Dime qué sientes y te diré que valoras”. Lo que valorás en la vida, tus valores son aspectos que representan cosas valiosas para vos.
Esto puede ser diferente en cada persona, cada uno tiene además una diferente escala o jerarquía de valores, y eso cambia durante la vida también en una misma persona.
Si sentimos emociones relacionadas al placer: alegría, satisfacción, amor, etc significa que nuestros valores , las cosas valiosas para nosotros, están presentes en nosotros o a nuestro alrededor. Por ejemplo: mi hija tiene buena salud y yo me siento bien, me da alegría que ella esté bien porque la salud de mi hija es importante, es algo valioso para mí.
En mi trabajo conseguí un nuevo ascenso y eso me da satisfacción, porque para mí el desarrollo profesional es un valor importante en la vida.
Si aquello que valoramos está presente entonces sentimos placer y todas las emociones relacionadas: alegría, disfrute, orgullo, etc.
Por otra parte, si aquello que valoramos no está presente o no se respeta, entonces vamos a sentir otro tipo de emociones: miedo, enojo, tristeza son algunas las principales.
Alfabetizarnos emocionalmente significa saber leer cada una de esas emociones y relacionarlas con nuestros valores.
Hablemos de dos emociones muy comunes y desafiantes: el MIEDO y el ENOJO.
Cuando sentimos MIEDO, ¿qué significa y a qué nos está invitando?
El miedo es una emoción de alerta cuyo mensaje es: existe un peligro, una amenaza, algo que es un valor para nosotros está en riesgo.
Por eso cuando siento miedo me debo preguntar: ¿Qué me preocupa? ¿Qué siento que está en peligro aquí?
Y la invitación es a la protección, a formularnos: ¿Qué puedo hacer que dependa de mí para evitarlo? ¿Qué recursos necesito? O ¿Si lo que estoy pronosticando llegara a suceder, ¿Cuál es mi plan?
Si siento miedo de que mi hija no sea feliz entonces me doy cuenta del valor que percibo en riesgo: la felicidad de mi hija y me pregunto: ¿Qué es lo máximo que puedo hacer para evitar que mi hija sea infeliz? Y si lo llegara a ser , más allá de lo que yo haga, ¿cuál es mi mejor actitud?
Eso es gestionar el miedo a partir de saber lo que significa y a qué me invita. El miedo nos cuida y si sabemos gestionarlo, es un gran aliado previsor y protector.
¿Y qué pasa cuando nos enojamos?
Alfabetizarnos emocionalmente es aprender que cuando sentimos ENOJO eso significa que algo valioso para nosotros/as que queríamos que sucediera se está frustrando.
Estábamos esperando algo, con ciertas expectativas y ese algo que esperábamos no se cumplió.
Por ejemplo, espero que mi hija ordene su cuarto y ella no lo hace y eso me enoja porque para mí que ordene sus cosas le va a permitir ser responsable y más feliz en la vida. Otra vez, el valor que está detrás es la felicidad de mi hija.
El enojo aparece entonces cuando mis expectativas son diferentes a mi realidad.
Y la invitación del enojo ¿cuál es? Es a revisar las expectativas que tengo, a evaluar si son realistas o no. Y si no lo son, la invitación es a soltar mis expectativas o hacerlas más realistas.
Puedo preguntarme: ¿Qué estoy esperando de mi hija? ¿Que ordene su cuarto sin que yo tenga que insistir? ¿Son realistas mis expectativas? ¿Mi hija es una persona naturalmente ordenada? NO, entonces lo que yo estoy esperando no es realista y siempre me voy a frustrar. Es como el dicho: “No le pidas peras al Olmo”.
Si gestiono inteligentemente mi enojo, acepto lo que no puedo cambiar, en este caso la personalidad de mi hija y si no ordena su cuarto por cuenta propia o la dejo o se lo repito hasta que lo haga, sabiendo que eso siempre va a ser así, dejando de preguntarme ¿por qué no lo hace? Y perdiendo energía al enojarme cada vez.
Y qué pasa si mis expectativas son realistas, yo espero que la persona que me ayuda en casa llegue en hora, eso es realista y ese es su compromiso. Entonces si no llega en hora es natural que sienta enojo y allí me vuelvo a preguntar: ¿Es realista esperar que mi empleada llegue en hora? Sí, es realista porque ella puede hacerlo. Como mi expectativa es realista entonces en este caso el enojo me da fuerza. Fuerza para, de manera firme y respetuosa a la vez, tener una conversación con ella y poner un límite a esa situación.
El enojo nos da fuerza para poner límites cuando nuestras expectativas son realistas y si sabemos usarla es una emoción muy útil.
“No es la emoción en sí lo que perturba, si no el no saber aún como utilizar la información que transmite”
Norberto Levy
Hasta aquí algunas ideas de alfabetización emocional que pueden resultarnos interesantes si las aplicamos en nuestro día a día.
Coach Maria de los Ángeles Pardo, MCC.